Ancla Roja VI

Les digo a ustés periodistas
que es hora ya una pasá
de hacer lo que me dé en gana,
sin importarme de ná.

A mis años “mayorcita” (58)
he comprendio la verdad
que me gusta la poesía
y la voy a inaugurar
diciéndole a toa la prensa
que no se priva de ná
y se meten cuando quieren
en la vida los demás.
¡Pero por favor señores!
¡digan ustes la verdad!
Que en sus manos tien’ la llave
de abrir puertas o cerrar,
dar vida a un moribundo
o a un vivo casi enterrar.

Aprovechen la ocasión
que les brinda esta primicia
y no quiten el oído
a la voz de la razón.
Y si tos están de acuerdo
con esta proposición
quedará libre de dudas toda su reputación.

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Su profesión es muy bella
y la quisiera para mi
si yo en esos viejos tiempos
hubiera aprendió a escribir.

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Arriesgada profesión
y por otra parte bella.
Quisiera estar yo con ella,
me sale del corazón.

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Su profesión es tan bella
que yo la definiría
como el sol que alumbra el día
y la noche las estrellas.

Ancla Roja V

En un hospital me encuentro,
si puede llamarse así,
pues más parezco encontrarme
en mi casa y mi jardín.
Estoy aquí por desgracia,
esto, no dudo decir.
Pero en medio de la angustia
y el dolor que sentí aquí,
encontré amor, comprensión,
algo sencillo y sutil
que en estas horas amargas
me ayudó a sobrevivir.
Las gentes que aquí trabajan
son humanos de por sí,
son los que nos dan ese algo
y ayudan a ser feliz.

Ancla Roja IV

Paloma mía querida,
mi palomita adorada,
tus heridas son de muerte
y no me dejas curarlas.
Quiero arroparte, pequeña,
con mis brazos y mis lágrimas.
Quiero cubrirte con besos
que se encuentran en mi alma.
Quiero tus ojos alegres,
quiero tu sonrisa plácida,
quiero tu mente serena
quiero tu faz clara y sana.
No me mientas más mi niña
que la mentira es la mancha
que cubre todo lo bueno
que tú guardas en el alma.

Ancla Roja III

Muñoveros, yo te quiero
como se quiere a un amigo
porque en tus calles y plazas
he llorado y he reído.
Y he nacido en este pueblo
que para mí es tan querido,
que te digo Muñoveros
que te quiero siempre vivo
y por nada de este mundo
morirás, yo te lo digo.
En tu iglesia yo me adentro
y en tus bancos me arrodillo
y rezo si puedo hacerlo
a nuestro señor bendito.
Me acerco al altar mayor
por S. Félix presidido
y a San José y S. Antonio
siempre les pido lo mismo
que ya están hartos los pobres
de tanto yo repetirlo
y me mandarán al cuerno
cualquier día de estos mismos.
Las vírgenes de mi iglesia
son todas buenas conmigo
cuando las miro, sus ojos
despiden Amor, Cariño
y me enternece, de veras,
ver con ellas a ese niño.
En aquel cuarto me meto
con la pila del bautismo
que creo que don Ricardo
y no se que monaguillo
me echaron agua bendita
y me entró hasta en los oídos.
A la tribuna no subo
pero todo allí imagino
esas Arcas tan hermosas
barandilla y organillo.

Ancla Roja II

Que más puedo pedir a la vida.
Si yo tengo a toda mi gente a mí alrededor.
Hoy he dado un respiro a mi corazón
he dejado de llorar.
Las penas pasan volando
no se desde cuando.
Mi otra vida comienza hoy.

Ancla Roja I

¡Que belleza intacta
mis ojos veían!
Quedando extasiada
de tener la dicha
de ver nuestras calles
tan blancas, tan limpias
dejando mensaje
de amor y de dicha.