Impreso VIII: nacimiento de Lola y Ginebra

Un día en mi casa,
por la puerta abierta,
dos flores hermosas
entraron por ella.

La una rubita
la otra morena.
Eran dos aromas
de la primavera
que con perfume
y tierna inocencia
llenaron mi casa
de dulces promesas.

La una reía
la otra lloraba.
Las dos en mis brazos
amor encontraban.

Con ojos azules
y cutis de nácar
la mayor sonríe
a todo el que la habla.

La pequeña entonces
más seria y callada
mira con candor
y sus ojos hablan.

Benditos sean ellos
que trajeron calma
llenando de dicha
mi vida y mi casa.