Impreso XXI: vendimia

El día de la vendimia
madrugó el tío Filiberto.
Habían llegado la víspera
dos amigos de sus nietos
y a todos les despertó
en ese mismo momento.

¡Vamos a vendimiar! Chicos
enganchar el carro, presto
sacar el burro al corral
y ponerle el aparejo.
En las alforjas metéis
las patatas y el puchero
que con una buena lumbre
de palitroque y sarmiento
haremos una comida
pa’ chuparnos tos los dedos.

Echar el pan, las cucharas
y el botijo, que esté fresco,
que yo cogeré la bota,
lo mejor de mi alimento.
¿Está ya to preparao?
Pues ala, a meterse en los cestos.
Y daos prisa, ¡rediez!
No sea se levante fresco,
que no me gustan pa ná
las nubes que veo en el cielo.
Empieza la comitiva,
conduciendo el carro, Ernesto,
y entre risas y cantares
llegaron pronto al viñedo,
pero por pitos o flautas
daba voces el abuelo:
“¡Rita! Estaca al borrico
y quítale el aparejo.
Le haces un nudo en la soga
pa que no llegue al lindero”
Las tijeras y cuchillos
cortaban racimos prestos.
Estoy viendo allí unos mozos,
en las viñas del tío Pedro,
correr tras ellas “pasmaos”
y hacerlas un lagarejo
que cuando era yo un chaval
disfrutábamos lo nuestro
poniendo a toas la cara
más colorá que un cangrejo.