Tarde de sol y de embrujo,
paisaje abrupto y bravío.
Río manso que tú pasas
entre rocas y entre abismos.
Cuevas, cavernas oscuras
donde no pasan los siglos.
Para acceder a tu cauce
y rincones escondidos
hay que atravesar laderas
por escabrosos caminos.
Pero solo el contemplarte
merece todo lo habido.
Al acercarse a tu entorno
el respirar ¡se hace alivio!
Por tus flores olorosas
y perfume de tomillos
que embriagan el pensamiento
y adormecen los sentidos.
La corriente de tus aguas
es espejo cristalino
donde se ven reflejados
buitres, peñascos y riscos.
Para cualquier segoviano,
el Duratón ¡es un mito!
Donde sus hoces invitan
al descanso y al olvido.