Impreso XVI: noche larga de espera 20/08/1995

Noche de lluvia y tormenta
Noche de verano gris
de madrugada festiva
Mi cuerpo tiembla por ti.
Oigo murmullo de ruidos
fantasmas, siniestras sombras.
Oigo el crujir de los chopos
y el chasquido de sus hojas.
Tengo el alma entristecida.
Tengo la esperanza rota.
Mis ojos dicen a gritos
lo que bien calla mi boca.

Llega el alba y con él viene
anhelo que suave flota
al penetrar en la estancia
la claridad de la aurora.

El sol naciente me trae
lo que a mí el sueño me roba.
Ya no hay noche.
Ya no hay sombras.
Ya se fue la oscuridad.
Por las puertas y ventanas
entra brisa hecha cantar
y alzando al cielo mis ojos
digo a Dios con humildad:
“Gracias padre mío, gracias.
Gracias por tu gran bondad.
Por haber traído a mi casa
al causante de mi mal”

Impreso XV: por alguien será 2000

Pienso en ti cuando
estoy sola y en silencio,
cuando río, cuando lloro
y cuando rezo, pienso ti.
Pienso en ti cuando estoy triste,
cuando alegre yo me siento,
cuando de dormir despierto
y cuando despierta el sueño
pienso en ti.
Pienso en ti en cualquier momento
sin que medie hora ni tiempo.
Cuando respiro y aliento
pienso en ti.
¿Es fortuna o es tormento?
Es amor con sufrimiento
lo que siento, cuando día y noche
pienso, y sigo pensando en ti.

Impreso XIV: manualidades 1999

Año de hacer muchas cosas
con una prisa imponente
ya que el correr nos da fuerza
para poder hacer frente
a tantísimos proyectos
como tenemos en mente.

En principio fueron mimbres
que montaron precedentes
para seguir con pinturas,
esculturas y figuras
resultonas y excelentes.

Laurita, es la profesora
que da clases de pincel
y como a tal señora
es detallista en su hacer.
No se fía ni un pimiento
de mi estrenado talento
ni mi viejo entendimiento.

Todas las demás alumnas
sabemos de buena tinta
que Laurita es de las más listas
de las maestras ya vistas
y que las blancas figuras
que nosotras pincelamos
son bellas esculturas
rebosantes de hermosura,
que con urgencia y premura
salen de sus suaves manos.

Impreso XIII: sin título

A la fuente iba la moza
con el cántaro a por agua.
Era joven, era hermosa
era su cara una rosa
y sus labios eran grana.

En el borde de un arroyo
entre amarillos en flor
un casadero doncel
a la mocita esperó.
Luminoso estaba el día
y el atardecer en sombras.
Él dijo que la quería
y ella se puso tan roja
que sus mejillas moradas
semejaron amapolas.

En silencio, se miraron.
La moza no contestó
pero el cántaro tembló
y su cuerpo se agitó
con modestia encantadora.
Al agacharse a coger
el agua que ellos buscaban
en el cristal de la fuente
se encontraron sus miradas.
Aquella noche de luna
se fue vistiendo de gala
y coqueta y presumida
se acercó a la fuente clara.
Y orgullosa ella se vio
en sus aguas reflejada.

Impreso XII: una noche de verano 1997

Bajando voy por la cuesta
contemplando las estrellas
y a su vez veo una lechuza
cruzando el cielo hacia ellas.

Grillos cantando en el campo.
Avecillas silenciosas.
Luciérnagas luminosas.
Noche con olor a rosas

Tranquilo el pueblo descansa,
no existe odio ni rencor.
El manto que a todo cubre
es obra de Dios.
Y hablando yo con el cielo
le susurro a media voz:

Protege y cuida a este pueblo
conserva su corazón
y en esta noche de estrellas
envíanos mucho amor.

Impreso XI: los contenedores 1994

Los que vivimos en pueblos
y, además, pueblos pequeños,
nos tenemos que aguantar
con lo malo y con lo bueno.
Pero aquí tenemos suerte,
amigos de Muñoveros,
por no faltar casi nada
en el pueblecito nuestro.

Tenemos muchas virtudes,
alguna falta y defecto.
Pero lo que aquí no faltan
son hombres de ayuntamiento,
que son los que en un conjunto
administran todo el pueblo.

En las calles nos han puesto
una especie de cajones
que en opinión de las gentes
se llaman contenedores.

Con ello lo que pretenden
que el pueblo esté casi limpio
y echemos en este “chisme”
papeles y desperdicios.

Pero lo que no comprendo
que hay gentes testarudas
que lo tiren todo suelto
sin su bolsa de basura.
Y a los pocos que hacen eso
por pura comodidad,
debieran ponerles multa
a la mayor brevedad.

Impreso X: la casa de mis abuelos 1992

El reloj daba las doce,
aquella noche estrellada,
y los serenos del pueblo
doce y sereno cantaban.

Son tesoros imborrables
que guardo con gran nostalgia.
Aquella casona gris,
aquella hermosa ventana.
La huerta verde, florida
de frutales y esperanzas.
Siento emoción y placer
entrelazados con paz.
Siento ganas de llorar
al no poder ya gozar
de aquello que ya se fue.

La bodega, el cocedero,
el jardín y del vergel
de aquel azafrán florido
que siendo niña
aprendí a recoger.
Del pozo bajo la parra,
azucenas y de lilos,
de los pájaros y nidos
que habitaban en las cuadras.
Sé que nunca más veré
la galería y colmenas,
ni atravesaré el taller
llamando a gritos “¡Abuela!”
Busco y busco una mampara.
Busco un banco en la cocina.
Busco a mi madre cosiendo
y a mi abuela adormecida.

Busco a un abuelo tranquilo
despistado y bonachón
que quiso ser inventor
quedándose en el camino.
Pero mis recuerdos crecen
cuando en sueños veo el caballo
con un pelo suave y fino
de un color rojo castaño.

A veces quiero olvidar
mas nunca puedo.
Impotente al comprobar
que es difícil enterrar
amores y sentimientos.

Impreso IX: fiesta de fin de curso 1994

¿Fue una ilusión?
¿Fue quimera?
¿Fue bote de primavera?
¿O fue un espejismo hermoso
de aquella noche serena?
Noche rica en hermandad
de convivencia y frescura.
Noche de gran hermosura
donde pasada la cena
entre bailes y verbenas
celebramos en conjunto
el terminar de la escuela.
La discoteca en penumbra
y sus paredes de negro
fueron los muros testigos
de este loco y dulce sueño.

Impreso VIII: nacimiento de Lola y Ginebra

Un día en mi casa,
por la puerta abierta,
dos flores hermosas
entraron por ella.

La una rubita
la otra morena.
Eran dos aromas
de la primavera
que con perfume
y tierna inocencia
llenaron mi casa
de dulces promesas.

La una reía
la otra lloraba.
Las dos en mis brazos
amor encontraban.

Con ojos azules
y cutis de nácar
la mayor sonríe
a todo el que la habla.

La pequeña entonces
más seria y callada
mira con candor
y sus ojos hablan.

Benditos sean ellos
que trajeron calma
llenando de dicha
mi vida y mi casa.

Impreso VII: la mujer que quiso ser juez

Había una vez una mujer
que quiso ser, de su pueblo, juez.
Solicitó la plaza con ilusión
porque se creyó capaz
de desempeñar el puesto
con amor y discreción.

Pero llegado el día de la elección
¡oh desilusión!
Se quedó sin pluma y sin bastón
¿Llegó a ser porque era mayor?
¿O porque al ser mujer
nunca sabría desempeñar
el papel de juez?

No halló las razones,
no pudo entender
por qué “ella” en su pueblo
no pudo ser juez

(hipótesis)
Solo por el hecho
de nacer mujer.