Impreso XXIII

Estoy estudiando
con algún empeño
pero a mi pesar
muy poquito entiendo.

Quiero aprender pronto
tildes y quebrados,
pero veo difícil
llegar a lo alto.

Mis maestros dicen
“¡No eres nada tonta!”
Pero en ocasiones
no entiendo ni torta.

Si hoy o mañana
yo sé la lección
a la otra semana
pues se me olvidó.

Tengo compañeros
que mucho me ayudan,
pero en ocasiones
con el codo empujan
y muy por lo bajo
me hacen la pregunta:
“¿Terminaste ya?
¿Cuánto da la suma?”
¡Mi madre! Qué susto
me da la paisana
pues mi mente en blanco
se queda parada
y es un contratiempo
que me causa rabia
pero a empezar vuelvo
con afán y ganas.

A mí los maestros
me ponen nerviosa
cuando me preguntan
una y otra cosa.
Sobre todo una
que dicta problemas.
A nosotras cansa,
a ella tan fresca.

¡Ay Virgen María!
La otra no ceja
de hablar y explicarnos
las haches e i griegas.