Zorro Negro III

Él es un joven amable y bastante trotamundos. Le ha gustado siempre vivir su vida y aunque a mí nunca me pareció bien, el, desde los 23 años ha viajado y trabajado en parte de España y Europa. Para mí fue todo muy precipitado, tanto, que pensé que con él se me había ido toda mi vida. Al cabo de unos años, este hijo pródigo volvió y la terminación de la historia es que hoy Juan es un padre de familia. Creo que es feliz y eso es importante. Si escondiese esa gran rebeldía…

La trayectoria de la vida de Juan es muy variable, de joven fue un chico tímido, obediente, para ser exacta opino que “demasiado”. Siempre me dio un poco miedo porque después he visto que debajo de esa apariencia sumisa y complaciente había algo en el que se rebelaba. A los 22 años esa otra personalidad salió a la luz, pero con una firmeza irrevocable, inquietante. Dejó todo para marcharse. Me hubiera gustado convencerle de que desistiera de su propósito pero no hubiera servido de nada. Le supliqué, amenacé, cogí todos los resortes que encontré a mi alcance, pero él estaba decidido.

Un buen día cogió la mochila y se fue. Me quedé triste, abatida. Se me cayó el mundo encima con esta decisión de mi hijo y me decía que estaba todo perdido para mí. Más tarde entendí que Juan había hecho justo lo que debía. Han pasado los años y Juan ha vuelto, sabe ahora en todo momento lo que quiere y el por qué lo quiere, podrá equivocarse, pero esos años que anduvo de peregrinaje le valieron para hacerse a él mismo.